LA CAJA DE PANDORA

Un buen día Zeus, dios del Olimpo, fue a visitar a su hijo Hefesto en la isla de Lemnos. Hefesto era el dios griego del fuego y trabajaba en una herrería subterránea donde fabricaba cadenas para los presos, espadas para los guerreros y cascos para los caballos.

Zeus le explicó a Hefesto que Prometeo les había engañado y había subido al Olimpo para coger el fuego y devolvérselo a los hombres.

Zeus estaba furioso y quería dar un escarmiento que nunca olvidaran a los hombres así que pidió ayuda a Hefesto para lograrlo. Le pidió que creara una mujer, ya que, aunque en el Olimpo existían diosas, la tierra todavía no había sido pisada por ninguna mujer.

Zeus le pidió que le creara una mujer tan bella como Afrodita, la diosa del amor y la más hermosa de ellas. Hefesto, modeló una figura con arcilla a imagen y semejanza de Afrodita. Su obra era tan perfecta que incluso deslumbró al propio Zeus. El dios del Olimpo decidió llamarla Pandora, que significa "la que da todas las cosas", ya que llevaría en sí todos los dones imaginables.

Hefesto se disponía a soplarle en la boca para infundirle el aliento de la vida, pero Zeus le detuvo para que tuviera el soplo perfecto. Llamó a los cuatro vientos, quienes soplaron sobre Pandora y esta cobró vida. Zeus no se detuvo ahí, llamó a todos los dioses y les pidió uno a uno que le concedieran los más variados dones como inteligencia, gracia, dulzura y fertilidad.

Cuando Pandora estuvo terminada, Zeus le regaló una caja de oro cerrada. Pandora quiso saber qué había dentro, pero Zeus le dijo que era preferible que no lo supiera y le pidió que no la abriera jamás.

Antes de que Pandora marchara a la Tierra, le dio un último don, la curiosidad. Y así, Hermes acompañó a Pandora a la Tierra y la dejó a las puertas del titán Epimeteo, hermano de Prometeo. Sin embargo, era opuesto a él, era torpe, ingenuo y despistado.

Nada más ver a Pandora, Epimeteo quiso casarse con ella, pero Prometeo, que sospechaba del regalo de los dioses y temía su venganza después de que les robara el fuego le pidió que desistiera de su idea.

Nada hizo cambiar de opinión a Epimeteo, que se casó con Pandora y fue feliz con ella un tiempo. Pandora tenía tantas virtudes que le hizo inmensamente feliz, pero ella no lograba sentirse realizada. Noche y día escuchaba una voz en su cabeza que le preguntaba por el contenido de la caja de oro.

En el cuello llevaba la llave dorada que Zeus le había dado para abrir la caja y cada día la tentación de hacerlo era mayor. Un día no pudo más, su curiosidad fue tan grande que abrió la caja. En ese mismo instante, se escuchó un zumbido ensordecedor. En aquel instante se dio cuenta de su error, Zeus había encerrado en aquella caja todas las desgracias que pueden arruinar la vida de una persona: la mentira, la fealdad, la tristeza, el odio, la pereza, la angustia y la enfermedad.

Aunque solo había levantado la tapa de la caja un poquito, fue suficiente para que todas las desgracias salieran hacia el mundo y, en seguida, comenzaron a oírse gemidos de dolor y llantos de pena.

La venganza de Zeus acababa de hacerse efectiva. Desde el Olimpo, sonrió y dijo con una voz atronadora:

¨Ahora, los hombres comprenderán que no se debe engañar a los dioses¨.

La Tierra parecía que iba a colapsar sumida en miles de desgracias que la asolaban, sin embargo, algo salió de la caja en último lugar y que suponía un aliento para la humanidad. Hefesto había colocado algo en secreto al final de la caja porque se había enamorado de Pandora, su creación, y no quería verla morir. Aquello que había puesto era la esperanza.

Gracias a la esperanza, los hombres podrían salir siempre adelante a pesar de todas las desgracias que les sucedieran.