La guerra de Troya fue un conflicto bélico entre una coalición de ejércitos griegos y la ciudad de Troya, ubicada en Asia Menor. Según la mitología griega, la guerra comenzó cuando el príncipe troyano Paris raptó a Helena, la esposa de Menelao, rey de Esparta y hermano de Agamenón.
Los griegos llegaron a las playas de Troya y entablaron una primera batalla contra los troyanos que trataron de impedir el desembarco. Durante las primeras batallas, ambos bandos recibieron el apoyo de los dioses: los griegos contaban con Atenea, mientras que los troyanos tenían a Marte de su lado.
A lo largo de la guerra, los dioses griegos intervinieron repetidamente. Zeus pidió a los demás dioses que se mantuvieran al margen, pero Afrodita ayudó a Paris al envolverlo en una niebla y transportarlo a la habitación de Helena. Atenea también incitó al troyano Pandaro a disparar una flecha contra Menelao, reanudando así las hostilidades.
Tras diez años de asedio, los griegos lograron entrar en Troya gracias a una estratagema el famoso caballo de Troya. Los soldados griegos se escondieron dentro de un enorme caballo de madera, mientras el ejército fingía irse. Los troyanos, creyendo que era un regalo de la diosa Atenea, introdujeron el caballo en la ciudad. Por la noche, los griegos salieron del caballo, abrieron las puertas y saquearon Troya, poniendo fin a la guerra.
Hera odiaba a los troyanos porque el príncipe Paris había elegido a Afrodita como la más bella, en lugar de a ella, en el Juicio de Paris. Por eso, Hera hizo todo lo posible por ayudar a los griegos a derrotar a Troya.
En resumen, la guerra de Troya fue un conflicto mítico en el que los dioses griegos intervinieron repetidamente, apoyando a uno u otro bando, hasta que los griegos lograron la victoria final gracias a la estratagema del caballo de Troya.